Este tipo de picadora funcionaba mediante el accionamiento de una palanca giratoria que movía un eje en espiral sin fin, el cual empujaba los trozos de carne a una placa con orificios donde salía la carne en pequeños pedazos (funcionamiento similar al del colador).

Las carneadas
Era uno de los grandes acontecimientos en la vida de la colonia. Esta tarea casi siempre ocupaba dos días. El tiempo debía ser frío y seco, y si era posible en una correcta fase de la luna para asegurar tanto la calidad como la buena conservación de los productos.
El primer día se carneaba un buey viejo o un vacuno, de los cuales se utilizaba toda la pulpa. Se mezclaba luego con la carne de cerdo para elaborar los chacinados. La carne se picaba a máquina sobre una mesa y se colocaba en una batea conocida como “amasadera”. Se agregaba grasa de cerdo cortada a cuchillo en pequeños cuadros y condimentos: sal, nuez moscada, pimienta y ajo. Se mezclaba todo amasando a puño, repitiendo la operación varias veces. A continuación se embutían en tripas de vacuno bien saladas, que se compraban en largas tiras.
Las mujeres se encargaban de derretir la grasa, que previamente había pasado por la máquina picadora; para esto se utilizaban grandes ollas de hierro de tres patas, haciéndola hervir por largo tiempo. Estos constituían los chicharrones.
Las “carneadas” eran motivo de reuniones entre vecinos. Resultaban muy económicas, ya que se obtenían productos con materia prima propia, que generaban muy pocos gastos y con ellas la familia se aseguraba parte de la alimentación para varios meses.
Fragmento del libro: “Villa Elisa. Segunda gesta colonizadora regional 1880-1940.” del autor elisense Carlos María Guiffrey publicado por Birkat Elohym en 2006.